sábado, 1 de septiembre de 2012

BIOGRAFIA DE NICOLAS MALEBRANCHE

 
 
París, 1638-id., 1715) Filósofo y teólogo francés. Estudió filosofía y teología en La Sorbona y en 1664 fue ordenado sacerdote. En 1699 fue nombrado miembro honorario de la Academia de las Ciencias, así como del célebre Oratorium Iesu, fundado por Bérulle en París. Malebranche pretendió la síntesis del cartesianismo y el agustinismo, que resolvió en una doctrina personal, el «ocasionalismo», según la cual Dios constituiría la única causa verdadera, siendo todas las demás «causas ocasionales». Por ello, el conocimiento no se debería a la interacción con los objetos, sino que las cosas serían «vistas en Dios». No habría idea clara y distinta del alma, ni tampoco de Dios. Las obras más importantes de Malebranche son La búsqueda de la verdad (1674-1675), obra que fue ampliamente aumentada ante las numerosas críticas de sus coetáneos, y sus Meditaciones cristianas y metafísicas (1683).
 
Último de doce hermanos, recibió del ambiente familiar, sobre todo por la influencia de su madre, Catherine de Lauzon, una profunda formación religiosa muy de acuerdo con su naturaleza reflexiva y recogida. Terminada su formación inicial en el colegio de la Marche, estudió teología y filosofía en La Sorbona (1656-59) e ingresó como novicio en la congregación del Oratorio. La elección del estado sacerdotal parece haber completado un carácter que, tanto por su debilidad física como a causa de una intensa religiosidad, no pretendía el éxito mundano; elemento decisivo de tal resolución fue la muerte de sus padres, quienes fallecieron en 1660 casi al mismo tiempo.
Después del noviciado, en cuyo transcurso nada hacía presagiar en el taciturno seminarista al pensador futuro, recibió, en septiembre de 1664, las órdenes sagradas. A la disciplina propia de los novicios siguió entonces una mayor libertad en la selección de los temas de estudio, de acuerdo con los principios del Oratorium, en el que la intensa vida religiosa se conciliaba con los intereses culturales. Malebranche se dedicó inicialmente a los estudios históricos sobre las lenguas orientales y la patrística, aunque no mostró una gran afición por tales materias, como tampoco se percibe pasión en sus primeros trabajos sobre San Agustín. Lo mismo cabe afirmar en cuanto a la exégesis de los textos sagrados.
Modificó tal estado de cosas y le reveló su verdadera vocación el conocimiento puramente casual del Tratado del hombre, de René Descartes. A la lectura del citado libro (tan apasionada que hubo de suspenderla a causa de la agitación que le procuraba), siguió inmediatamente el análisis a fondo de toda la obra cartesiana y luego, a la luz de la nueva filosofía, que requería una vasta formación científica, el estudio de las matemáticas, la física y la fisiología, así como un vivificado interés por San Agustín.



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